Sin ataduras

SIN ATADURAS

Reconocí, entre almas, el latido sanador de tu piel brillante, en esta noche que pretendía ser profunda.

Y en tu pecho brotaron pétalos de rosas amarillas, entre mis dedos de luz, disolviendo cualquier duda.

Y alborotados volaban tus brazos como alas blancas, caminando por los pliegues de mi espalda desnuda.

Besos y susurros recorriendo los surcos de tu cuello, libres… Sin nada que temer, sin ninguna atadura…

Y un amor con aroma a eternidad y plenitud palpitaba en nuestros ritmos… Y la noche ya no era oscura.

Francisco Gallardo Perogil

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